Violeta, mujer que padece insomnio, bebe vino y come mandarinas, porque está enferma de Matrioshkez, es decir, está enferma de “amor romántico”. A lo largo de unos 50’ pasa por diferentes formas de perderse en el “amor romántico”. Violeta cínica, Violeta rabiosa, Violeta maternal, conformista, pero siempre Violeta perdida por el amor. La puesta en escena resulta un conjunto de cuadros teatrales en los que a veces toma más protagonismo la poesía, a veces el movimiento y muchas otras es simplemente Violeta quien habla. El espectador se puede ver reflejado en situaciones cotidianas a través de una propuesta con ironía, sensibilidad y humor.
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